Ingenuidad o sumisión

En su visita al país –en estos días- el subdirector del Instituto Internacional de Prensa (IPI), Anthony Mills “precisó que en todos los países del mundo existen reglas claras sobre lo que puede o no hacer un medio de comunicación en un proceso electoral, y felicitó que esas normas estén claras en Ecuador” (Tomado de EL TELEGRAFO).
En el año 2006, Andrés Oppenheimer, conocido analista de la CNN y crítico en desacuerdo con el manejo soberano de buena parte de los países latinoamericanos entre los que incluye a Ecuador, fue el conductor de aquella presentación televisiva, que bajo los auspicios de la Cámara de Comercio de Guayaquil, hiciera posible la comparecencia de un grupo de candidatos aspirantes a la primera magistratura del Ecuador en ese entonces.
Por su parte, los promotores de aquel encuentro, convencidos de sus pronósticos al margen de una realidad que no supieron constatar, dejaron fuera de panel a don Gilmar Gutiérrez Bourbua que terminó en tercer lugar en los comicios por encima de tres candidatos invitados en esa noche.
Concertar paneles de cualquier índole a cargo de instituciones de derecho privado, es plausible y, lo será más aún, si en el futuro, al tratarse de actores políticos en contienda, se difundan a través de los medios de comunicación conforme a normas dispuestas en la reciente Ley electoral en salvaguarda de los intereses que, por igual, a todos nos corresponde.
En aquel programa divulgado por televisión a nivel nacional, no fueron invitados, además, como correspondía, el resto de legítimos candidatos en contienda que guarda relación con la inequidad publicitaria y propagandística que se quiere evitar en la mencionada Ley, a la que, actores políticos que han sido consuetudinariamente tratados con desigualdad en perjuicios de sus aspiraciones, hoy, en una actitud incoherente o de extrema candidez, se oponen.
Y si bien en ese acto hubo un sesgo que se percibió oculto -referido a la conducción y elección de los participantes- que los candidatos Jaime Damerval y Fernando Rosero se encargaran de develar posteriormente, sirvió en todo caso para que un no bien apercibido Oppenheimer no pudiera preterir al entonces candidato economista Rafael Correa que, sin poses, pero respaldado por una bien cultivada cultura político-económica, llevara a maltraer muchas de esas argucias que los defensores del libre comercio se esmeran en sostener que esa es la vía hacia el progreso de los pueblos en desarrollo.
A falta de equidad y, dadas las circunstancias actuales, los poderes fácticos tendrían -como diría “El Chavo del Ocho”, “sin querer queriendo”- aliados “casuales” como el MPD, Pachacutik, Montecristi vive, Participación y un sector del socialismo que a nombre de la “izquierda ecuatoriana” demandaron, ante la Corte Constitucional, la no vigencia del llamado Código de la Democracia.
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