viernes, 17 de agosto de 2012

Publicado por el semanario EL NUEVO GLOBO de Bahía de Caráquez



 













Vicente Nevárez Rojas

Cantaletas y sonsonetes


No hace mucho escribí sobre el estado de precariedad laboral para sostener que la valoración del esfuerzo realizado por un ser humano no se corresponde con el valor del conjunto de bienes necesarios para su existencia, visto desde la perspectiva del capital o del esquema empresarial que históricamente ha sido el marco de desarrollo social de la comunidad latinoamericana, para ponerlo en un ámbito razonablemente comprensible.
No hay duda que somos herederos de un sistema social y económico inequitativo al amparo de políticas contemplativas en desmedro de la clase trabajadora, en el que, los medios de producción no han cumplido su rol en el marco de las expectativas sociales, sin que por esto, tengan que descuidar sus intereses. He aquí la esencia misma de la equidad, dando a cada quien lo que se merece.
Como acertadamente dice Eduardo Galeano: “La injusticia social no es un error a corregir, ni un defecto a superar: es una necesidad esencial”.
Pero en este ejercicio, no faltan los que –empresarios privados y otros apegados- creyendo manejar un principio, no creen -ni desde lejos- que deban identificarse con este gobierno, cantaleta que es una aberración tan acentuada, como tomar distancia con la empresa privada sólo  por pertenecer al círculo del “poder económico”. Ni lo uno, ni lo otro. El recurso actual de la informática es la herramienta que nos permite avanzar con objetividad, detectando los males y rescatando lo estrictamente necesario. Es poner orden, donde no lo había, para beneficio de todos.
Es posible que al situar las piezas en su lugar se causen molestias, pero jamás perjuicios, a no ser que, se perturben actividades que no van alineadas con el bienestar de todos, o porque hay empresas acostumbradas a eludir el pago de impuestos, por ejemplo, de ahí que, resulta desatinado oponerse a una política reguladora que opera para sustituir la anarquía del consumo por otro selectivo en función de lo que realmente nos hace falta.
Una regularización deja al descubierto ofertas de servicios privados que se están quedando por debajo de los públicos como  aquellos de salud que permanentemente escamotean cobertura frente a cualquier pretexto, configurando así una suerte de engaño tal, como es el reclamo a una de estas aseguradoras que he llegado a conocer. De confirmarse, será materia de un posterior comentario y análisis.
No es casualidad -pese al sonsonete de que antes todo era más barato- que la experiencia ecuatoriana -con este gobierno- dé cuenta de un crecimiento en ventas del sector empresarial por encima de la media latinoamericana, considerando aun, el fatídico año 2009, crecimiento que tiene una estrecha relación con la mejora económica y social de los ecuatorianos como consecuencia, entre otros factores, de la baja sustancial del desempleo, subempleo y disminución de la pobreza.*
La pobreza es el primer enemigo del consumo –etapa final del proceso económico- que es a donde debe mirar la empresa privada. Una clase trabajadora bien remunerada fortalece la economía y privilegia el consumo que es un círculo recurrente que se debería tener presente.
Un sistema económico saludable será posible si la clase trabajadora y la empresarial  se alejan del antagonismo para pasar a ser conscientes solidarios sin descuidar sus intereses; saberse complementarios sin menoscabo de unos y de otros.
Quizás sea recomendable instrumentar una cultura de consumo que evite el consumismo que empobrece y ocurre por una información sesgada, pero muy bien publicitada que no da espacio para el análisis de lo que debemos comprar.
*Tomado de las revistas Vistazo y América Economía entre 500 empresas de Ecuador y 500 de Latinoamérica.


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