Vicente Nevárez Rojas
La feliz oposición
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Precisión que fundamento en un estado democrático y en
el libre juego eleccionario de partidos y movimientos políticos en un marco de
diversidades o de coincidencias doctrinarias, en el que liderazgos dominantes
pueden hacer la diferencia.
Su conducta es el resultado del ejercicio de
libertades y derechos como consecuencia del proceso de formación de voluntades
políticas conforme a ideales o doctrinas que se traduce en proposiciones o
formas de asumir las demandas sociales. Válida consideración que hace P.
Muchnik en su reseña “Kant y la antinomia
de la razón política moderna”: La libertad para investigar, publicar, o
discutir valores fundamentales (religiosos y morales) depende, en última
instancia, de su efecto en la sociedad y sus miembros.
La distancia que hay entre lo controversial
fundamentado en ideales y la irracionalidad que parte de la inconformidad derivada
de la derrota, es que el primero se sostiene en formalidades de respeto y
aceptación de consecuencias que, aun insistiendo en cambiar el estado de cosas
a su buen entender -dentro de los causes acordados-, no persigue ni pretende la
destrucción del Estado; en tanto en lo segundo se adopta, muy a menudo, una
función obstruccionista que está por encima de lo que debe ser una oposición
competitiva. No dejar gobernar para así asegurar el triunfo en próximas
elecciones. La transparencia, o no, de los actos privados de sus miembros, vistos
a la luz pública, es la medida de sus intenciones.
Pero no faltan seguidores históricamente cautivos y
políticamente perezosos, “electores
inocentes víctimas del voto” como los califica José Ingenieros, que sin ser
comensales invitados y peor conocedores de las intimidades y verdaderos afanes
de quienes dirigen esas tiendas políticas, no sólo votan, sino que, además,
piensan que se merecen el respeto y la
aprobación a todo lo que digan y hagan.
Poco es lo que podemos hacer frente a esto, y siempre
será válido todo esfuerzo por salir al paso en defensa de lo que creemos y,
terminar, además, con cada añagaza creada, como aquellas de culpar al
mandatario por las negligencias y latrocinios que ocurren en la función
pública, como si todo el daño causado e indecencia habida en más de treinta
años, en un ir y venir de doce de presidentes, puede repararse y corregirse, en
su orden, en apenas un gobierno. No hay duda que Hay quienes cruzan el bosque y
solo ven leña para el fuego.
Claro que, cuidadosamente están a pie juntillas: a) ciertos
empresarios de diferentes tamaños, sabores y colores –mañosos y tramposos de
toda estirpe-, que saben y temen no poder seguir evadiendo su compromiso con la
sociedad de la que usufructúan y, b) los inocentes sin pecado alguno, víctimas del
temor que los primeros ejercen.
Finalmente, ya no la clásica oposición política, sino
algunos resabiados, remolones y desprevenidos envueltos en su ignorancia y poco
afectos al discernimiento, se oponen y vociferan contra el gobierno de turno,
porque como inculca aquella sabia sentencia: “de todos los animales de la creación, el hombre es el único que bebe
sin tener sed, come sin tener hambre y habla sin tener nada que decir”.
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